Por suerte, el tema de las bicis en el tren sale de las fronteras de este blog y las informaciones y debates están en muchas partes de la red.
y el eco posterior en este otro dónde se han llegado a insertar hasta 80 comentarios:
Leyendo los comentarios, vemos que existe una mayoría receptiva con nuestras reivindicaciones pero todavía se aprecia entre algunos internautas la falta de información sobre que es verdaderamente lo que se está cociendo en las ollas bicitreneras de nuestro país (creen que no estamos a la altura de las circunstancias y que los que protestamos somos unos malos patriotas). Creo que la carta que enviamos al Director General de Ferrocarriles del Ministerio de Fomento deja bien claro cual es el problema de fondo de porque el caldo bicitrenero español no sale todo lo bueno que quisiéramos que saliese, sobre todo viendo como se las gastan los chefs de más allá de los pirineos.
Así pues aquí tenéis esa carta y tal vez os daréis cuenta de que no protestamos por protestar y de que RENFE todavía no está a la altura de “nuestras circunstancias” patrias (ni en el mínimo de espacio requerido ni en la adaptación a las circunstancias locales).
30 de noviembre de 2009
Sr. Director General de Ferrocarriles:
Le hacemos llegar esta carta para que tenga usted constancia de nuestro malestar en lo que se refiere a las dificultades que encontramos en relación a nuestra movilidad con los ferrocarriles en España y especialmente en los de la compañía pública RENFE Operadora.
Antes que nada le haremos nuestra valoración sobre el concepto histórico de equipaje para después pasar a relacionarle cuáles son los problemas de comunicación y de puntos de vista que tenemos con RENFE Operadora.
El equipaje, lo forman útiles o bultos, de uso y disfrute del pasajero, que deben acompañar a éste en su viaje, y que están abonados en su billete.
Parece “lógico” que los equipajes puedan estar sometidos a ciertas limitaciones (objetos muy voluminosos, peligrosos, etc.,) limitaciones que deben ser concretas y explícitas y que no pueden quedar al libre criterio de las compañías de transporte, ni por supuesto ser cambiantes según horarios o según el diseño técnico de los vehículos. Es más, el concepto de equipaje debería ser el mismo en los diferentes modos de transporte (avión, barco, autobús, tren, etc.) para hacer viable la tan cacareada intermodalidad. Un equipaje no puede serlo ahora sí y ahora no, eso crea una gran inseguridad a la hora de hacer un viaje utilizando transportes públicos.
Parece “lógico”, pues, que sea la Administración Pública la que deba establecer los criterios que aseguren este derecho de todo viajero, obligando a las compañías a hacerlo “técnicamente” posible y estableciendo a su vez (si se da el caso) las posibles limitaciones al equipaje.
¿Qué limitaciones poner al equipaje?
Para poner condiciones al equipaje, lo primero será reconocer que el equipaje es una necesidad y que por lo tanto se reconoció como un derecho y, como tal, debe viajar con su dueño sin coste alguno. Es el pasajero el que se ocupa de subirlo, bajarlo, ubicarlo, etc. (responde de él) y por tanto no tiene la condición de “encargo” que sí se cobra, pues es la compañía la que se encarga de su manejo, transporte y entrega al finalizar el viaje.
Si el equipaje es un derecho, no se puede poner a éste limitaciones caprichosas, dudosas, “técnicas”. Las condiciones técnicas deben adecuarse al derecho y no al revés, como se ha hecho por ejemplo para posibilitar el viaje a las personas con problemas de movilidad. No vale como limitación al equipaje un ambiguo que “pueda molestar a los demás viajeros”. Debe ser la compañía la responsable de crear las condiciones “técnicas” para que estas molestias no se produzcan. Es decir, si un viajero lleva una maleta que por falta de espacio adecuado debe ser llevada en el pasillo, ésta se convertirá en molesta, aunque no por ello dejará de ser un equipaje. Es responsabilidad de la compañía disponer de las condiciones técnicas para que esa maleta deje de ser molesta, en vez de poner “normas” para que ese equipaje deje de ser considerado un equipaje en ese vehículo (no nos vale aquello de que en tal o cual modelo de tren no hay espacio para…). La Administración debe regular esto, hacerlo cumplir y no ser un mero testigo de los hechos, por mucha LOTT que diga lo contrario (si hay que cambiarla por no cumplir las espectativas de la sociedad se cambia).
La bicicleta como equipaje.
En este contexto, el transporte de las bicicletas como equipaje es sólo un caso más. Las bicicletas son un útil de algunos viajeros, muchas veces imprescindibles para continuar el viaje, para llegar dónde los transportes públicos no llegan (una forma de intermodalidad entre bicicleta y transporte público que no siempre se puede satisfacer mediante el sistema conocido como park & ride). La bicicleta ha sido considerada como equipaje en diferentes normativas nacionales e internacionales y en las Tarifas Generales de Viajeros. Normativas que aún continuan vigentes en compañías como FEVE y que respondían a una necesidad social que todavía (y cada vez más) se hace presente. Además, la bicicleta fue considerada explícitamente como equipaje pese al principio (que ya estaba en vigor) que excluía como tal a los objetos molestos, es decir, que la bicicleta no era considerada molesta en parte, porque había espacios y furgones que lo permitían. Espacios que fueron eliminados debido a políticas de dudoso calado económico y social y que son claramente discriminatorias con los usuarios de la bicicleta en nuestro país.
Los tiempos del automóvil para todo van a pasar a la historia, porque más de 50 años de facilidades han demostrado que éste no es el medio de transporte universal, y que la movilidad del siglo XXI debe ser necesariamente intermodal y especialmente ecológica ¿Y que no hay más intermodal y ecológico que la bicicleta y el ferrocarril?
Dicho esto, somos conscientes de que pueda ocurrir que el espacio de los vehículos quede desaprovechado por el excesivo espacio destinado a los equipajes. Por ello, creemos que es lógico poner ciertas limitaciones al equipaje basándose en dos premisas mínimas:
- El establecimiento por “Ley” de un espacio mínimo para equipajes y concretamente de bicicletas, y
- La adaptación de la Oferta de ese espacio según las características de la Demanda mediante estudios al efecto y el diálogo de igual a igual entre las compañías y los representantes de los usuarios.
Sin embargo, actualmente esto no ocurre y creemos que los que toman decisiones en RENFE no adecuan suficientemente la oferta a la demanda en lo que se refiere a las necesidades que tenemos sus por obligación clientes más fieles. Existen líneas con débil tráfico de viajeros muy frecuentadas por cicloturistas porque por ellas se accede a vías verdes, a espacios naturales de gran valor o a rutas importantes como la del Camino de Santiago , la vía de la Plata o la ruta del Cid por poner algunas, dónde la cerrazón en las decisiones impide que los contribuyentes veamos colmadas nuestras expectativas. Primero porque como contribuyentes que a través de nuestros impuestos (vía Contrato Programa o vía subvenciones de las comunidades autónomas a los déficit de explotación) vemos pasar trenes desaprovechados dónde queda espacio más que suficiente para nuestras bicicletas, y segundo como usuarios directos del tren en los que no se nos deja viajar.
El modo ferroviario no es tan rígido como se nos hace creer, siempre ha habido sitio para el equipaje, sean furgones, portaequipajes, espacios multifuncionales dónde no se pierden plazas sentadas, etc. Y siempre se pueden utilizar trenes según corredores ferroviarios con un mayor o menor espacio para el equipaje según la demanda y características del corredor. Los publicistas de la industria del automóvil venden vehículos “a la medida” del usuario, con asientos abatibles y monovolúmenes espaciosísimos que se adaptan a todos los equipajes posibles de los compradores, mientras los que dirigen el transporte público parecen empeñados en perder cuota de mercado, especializarse en los “hombres de negocio” o las “masas” en hora punta y conformarse en lo demás con llevar el desecho de la industria del automóvil, que ella sí, tiene vocación de universalidad.
Pero nuestros problemas con Renfe Operadora no acaban ahí, ante la imposibilidad hasta el momento de llegar a la presidencia de Renfe y debido a la estructura en holding de Renfe, vemos que las decisiones favorables con respecto a nuestras necesidades se anulan con el cambio de directivos o por la labor de zapa de otros departamentos menos favorables.
Por todo ello, solicitamos de la Administración Pública que restablezca el reconocimiento explícito y reglamentario del derecho que tiene todo viajero a viajar con su equipaje (y la bici lo es) en cualquier medio de transporte público (especialmente ferroviario) y que obligue a las compañías a su cumplimiento.
Estaremos encantados de tener una reunión con usted y explicarle más detalladamente nuestro punto de vista, quedamos a la espera.
Un saludo
Ramón Lamban
GRUPO DE TRABAJO DE TRANSPORTE DE CONBICI