La Nueva España 20.AGO.2013 Jorge González, de Avilés, pasea todas las semanas por la Senda del Oso. Maribí Maestro y Víctor Ocaranza son de Bilbao y es la primera vez que visitan esta popular ruta. Los tres denuncian la falta de atención de la vía y la mala imagen que ofrece a los turistas. Una ruta aún transitable, pero que necesita un remozado urgente. Eso es lo que opina la mayoría de los turistas encuestados por este periódico sobre el estado en el que se encuentra la Senda del Oso, un camino en el que, según denunció la asociación «Sendas de Asturias», reinan la maleza, la basura, las vallas rotas, así como la señalización deficiente en todo su recorrido, que transcurre por los concejos de Santo Adriano, Proaza, Teverga y Quirós. Es la mala imagen que ofrece una de las rutas más turísticas y populares de Asturias, ahora a punto de ser engullida por la desidia. Muchos de los usuarios de este camino no consideran que la situación sea tan dramática como la pintan los conservacionistas, pero sí coinciden en que la Senda del Oso necesita mantenimiento y en que, de no llevarse a cabo pronto, yacerá en el más completo estado de abandono. Y con ello, el número de cicloturistas y de peatones que la frecuentan bajará en picado. De hecho, las empresas dedicadas al alquiler de bicicletas en la zona aseguran que la demanda de este servicio bajó en julio más de un 50 por ciento. Razón de más para preguntarse si la Senda del Oso e hoy lo que era: un gran proyecto turístico. Pues bien, a juzgar por lo que dicen los viandantes, no. La ruta de los Valles del Trubia tiene sobre sí una buena capa de polvo que oculta su encanto. «El firme está un poco mal. Hay muchos socavones, que con la bici se notan bastante», se queja la leonesa Montse Martín, que también considera que hay tramos «donde las ramas de los árboles sobresalen demasiado». Sin duda, la excesiva vegetación, que ya toma parte del camino, es uno de los aspectos que más molestan a los turistas. «Sí, hay mucho matorral en los márgenes de la vía. No obstante, eso no significa que no puedas pasar por el camino, pero sí que lo dificulta más y la imagen que se da al turista no es muy buena», expresa Víctor Ocaranza, de Bilbao, en su primera visita a la senda. |