Publicado en el Comercio- "Opinión" 4/5/2008 - RAMÓN AVELLO
LA expresión 'plan de choque' está algo devaluada por el uso y abuso de la misma. Un ejemplo de ello lo tenemos en ese plan de choque del Gobierno, consistente en once medidas económicas para afrontar la crisis y que parece que solucionará muy poco. Muchas veces, bajo el nombre de plan de choque se esconden discretísimas actuaciones, de las que apenas nadie se entera y cuya repercusión es mínima y que en la práctica se quedan en nada. ¿Choque? ¿Y dónde esta el impacto?
Al margen de generalidades, a veces se utiliza -sobre todo en las políticas urbanísticas y las cuestiones sociales- esta expresión de plan de choque ligada a determinados proyectos, no sólo chocantes, sino que transforman un espacio o unas costumbres firmemente asentadas. Un plan de choque implica, además de un tiempo de acción limitado y una intervención rápida, asumir riesgos con una voluntad decidida y con una convicción clara sobre bondad del resultado final. De un plan choque se puede salir estrella o estrellado. Muchas veces, la opinión pública o está dividida o rechaza abiertamente el inicio de ese plan de choque que luego aplaudirá.
Ejemplos de estos cambios del silbido a la ovación en las valoraciones de los planes de choques no faltan. Al principio de su primer mandato como alcalde de Oviedo, hace ya bastantes años, a Gabino de Lorenzo le llovieron las críticas por el plan de choque para la peatonalización integral del casco viejo de Oviedo. Cuando el proyecto se llevó a cabo y las obras finalizaron, los mismos que habían criticado al alcalde capitalino por poner patas arriba la ciudad, lo aplaudieron por cambiar y humanizar la zona histórica de Oviedo. Otro ejemplo de plan de choque radical, que no hubiese estado mal que se hubiese imitado en Gijón, lo tenemos en la lejana Sevilla con la reciente creación de carriles bicis y el consiguiente fomento de este medio de transporte ecológico y deportivo.
Hace unos dos años, al final de la pasada legislatura municipal, Alfredo Sánchez Monteiserín, entonces y también ahora alcalde de Sevilla, llevó a la práctica un plan de choque para hacer de Sevilla una ciudad sobre dos ruedas. Para ello se proyectaron casi 120 kilómetros de carriles bicis, con rutas señaladas a través de las que se puede llegar en bicicleta, prácticamente a todos los barrios de la ciudad. Puntos de atraque, con vigilancia, para dejar las bicis; puestos automáticos de alquiler de bicicletas similares a los que hay en Gijón, aunque, todo hay que decirlo, algo más caros en la ciudad del Betis, ya que en Gijón la tarjeta para desenganchar las bicicletas es gratuita, mientras que en Sevilla hay que pagar diez euros al año, más una pequeña cantidad si se utilizan las bicis municipales durante más de media hora en cada viaje. ¿Cuál fue la reacción ciudadana? Al principio, de incredulidad: «No lo va a hacer». Luego, de choteo: «Al alcalde le embrujó una bicicleta. Monteiserín se volvió loco». Más adelante, de cabreo: «Sevilla es una raya verde peligrosa» y ahora, de entusiasmo. Estoy estos días en Sevilla y nunca he visto a tanta gente en bicicleta. Utilizan la bici no sólo como deporte, sino también como vehículo de desplazamiento habitual.
Me comentan que entre los que dirigen la cosa municipal en Gijón se da una cierta sensibilidad para la bicicleta. Incluso la alcaldesa viaja con un metro, con el que mide los anchos de diferentes carriles bicis europeos. Pese a ello, los mínimos carriles bicis en el centro de la ciudad son inútiles por su fragmentación, cortedad y, como en el Muelle, falta de definición. Es como si para el Ayuntamiento la bicicleta fuese un deporte o una forma de paseo en las zonas rurales colindantes con Gijón, y no una manera de transporte y una forma de moverse dentro de la propia ciudad. No estaría de más, frente a estas ejecuciones blandas y dubitativas, un plan de choque radical que recordase que las bicicletas son para todo el año. Como en Sevilla.
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Que bien, como me gusta este Ramón Avello, tenemos que fichalu pa la asociación... yo no lo habría expresao mejor.